En ocasiones las preguntas aparentemente más fáciles resultan, pensándolas bien, las más difíciles de contestar. Son cuestiones que no nos las hacemos pues parece que ya fueron respondidas hace tiempo, o que su respuesta es obvia y clara, de perogrullo; pero parece ser que no al rehacerlas a nosotros mismo. Es entonces momento de replantear las ideas en que vivimos y los principios hacia los que acometemos nuestra actividad diaria.
- Yo opto por conocer en profundidad el comportamiento humano y convertirme en capaz de consolar y de entender a los que sufren. Sé que he de aprender mucho pues no soy un comunicador nato como otros compañeros, y que mi personalidad rebosa de limitaciones y desperfectos para tratar a los pacientes como se merecen.
- Pienso que nuestro desarrollo como médicos en el aspecto humano es la herramienta definitiva para comprender la profesión en “completud”[1] y para ser colmados por la felicidad y satisfacción que es arreglar en salud la existencia de muchas personas.
- Ver así la profesión médica, como un ejercicio de diálogo, paciencia y empatía, además de permitirnos conocer el sentido de nuestro trabajo diario nos permitirá realizar éste durante mucho más tiempo y en mejores condiciones, evitando el “Burn out” y el desconsuelo, combatir el cansancio y el desaliento.
En conclusión, anteponer el esfuerzo a entender a los pacientes y mejorar sus vidas, frente a lograr ser los mejores conocedores del saber médico, es una garantía de encontrar el auténtico sentido y trascendencia a la profesión, y es con este fondo y principio de humanismo y bondad con que hemos de estudiar medicina y ejercerla posteriormente nosotros los estudiantes.
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